Las creadoras

LORENA GONZALEZ ORTIZ
Es psicóloga y supo comandar una de las firmas de cosméticos mas importantes del mercado, lo que le ha permitido conocer en profundidad la psiquis del ser humano. En este sentido, su aporte ha sido invaluable para la invención y desarrollo de Skin Wine en términos de concepción simbólica y espíritu del producto. Además, como especialista en Imagen Integral ha gestionado procesos de transformación personal y profesional atento a los cambios socioculturales. Skin Wine se gestó amalgamando toda esta vasta experiencia adquirida tanto en el campo académico como dentro de las empresas Internacionales en las que ha trabajado.

LAURA HERNANDEZ
Es Farmacéutica y Físico matemático. Los conocimientos en Farmacotecnia cosmética y la práctica en elaboración de emulsiones la llevaron a estudiar las particularidades propias de la uva y sus posibilidades para potenciar sus virtudes. Así es que se lanzó decidida a realizar junto a un equipo de expertos los ensayos necesarios hasta lograr duplicar la concentración de polifenoles contenidos en el hollejo y así dar con una fórmula exclusiva que dio vida al primer vino antiage del mundo. Su formación técnica sumada a su experiencia laboral ligada al marketing empresarial dentro del campo farmacéutico fueron clave para realizar los primeros bosquejos de un producto a la medida de un consumidor que busca sentirse pleno y a gusto consigo mismo.




El enólogo

Skin Wine se concibió más que como un producto de satisfacción inmediata, como una terapia de búsqueda de placer a largo plazo. Cada nota de este vino refleja una característica de la personalidad fuerte y arrojada que logra dominar un entorno a veces hostil y competitivo sin ser un malbec que busca su mejor maridaje, ni una fórmula mágica para borrar el paso del tiempo.

Trabajamos sin descanso para ofrecer un producto de belleza, una oportunidad para reencontrase y prepararse para enfrentar un nuevo desafío. Skin Wine es una excusa para hacer una pausa, mirar hacia adelante y girar el volante si hiciera falta. Es una oportunidad para frenar, disfrutar en soledad del paisaje o invitar a alguien a compartir un nuevo destino.